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viernes, marzo 18, 2016

Brown Smile

Y tras el vaso de café, una sonrisa se asomaba.
Como un acróbata, traspasaba el borde y se lanzaba a correr sobre el mesón de la barra, en dirección a la caja, a toda velocidad buscando unirse a otra sonrisa que ahí aguardaba.
Y es que la esperanza de vida de una sonrisa separada de su dueño es a veces muy corta. Entonces debe encontrar a otra sonrisa, de preferencia de aquellas conocidas desconocidas, y unirse a ella.
Fuera del local, un transeúnte tropezaba con el puesto de libros, y el pánico parecía extenderse entre los paseantes. La sonrisa había salido de entre los pliegues de un terno, desde un encorbatado pecho, de esos que se marchitan al otro lado de la calle, en medio de eso que llaman "justicia". Y eso por estos días había sido prohibido. Las resoluciones decían claramente que no se podía sonreír, ni inscribir ramos ni atreverse a sentir.
Pero nada se podía hacer, nada, y las sonrisas ya se juntaron y entonces abrí los ojos, miré el reloj y las 3 horas faltantes para la entrega del escrito sólo se habían convertido en 20 minutos.

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