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jueves, noviembre 06, 2014

Y no te creo.

Tienes los dedos de hielo, los labios de flor y los ojos de fuego.
Jamás podré creer en esa cómica frialdad tuya, en el hielo mentiroso de tus dedos blancos.
Me rechazas, te burlas, te niegas y te revuelves.
 Pero tus ojos me queman y llamean, me derriten las ideas y me comen los sentidos.
 Y lo sabes, y sabes que yo se que lo sabes.

Por eso la flor de tu sonrisa, por eso el candor y ese ligero brillar de tus mejillas de primavera.
 Porque tus ojos son brasas que me llaman y que quieren que te busque de nuevo, 
que te saque de tus calmas y te lleve hasta tus cielos,
 huyendo de las nubes que quieren taparte el Sol pagano que te niegas a mirar.

Espérame, a mi llegada, al retorno de mis brazos firmes a dejarte quieta y muda,
 a inquietar tus calmas y dar vuelta la batea de tu negación al aire.

(No te arrepentirás y tu sangre de mujer te lo agradecerá.)


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