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martes, diciembre 02, 2014

Una foto, un anhelo, un beso.

 Al ver la foto, el hombre sintió de nuevo el calor de los besos de ella en los labios.
 Recordó como mordía sus labios, para impedir que él se alejase como temiendo que en una de esas jamás podría volver.
 Y así fue. Los alejó el destino cruel, el tedio de un encierro prolongado en meses de aburrimiento, languideciendo con la soledad de un camino trunco. 
 Pero nuevamente estaba ella allí. Con vida en esa foto en movimiento, que no se sabe si son dos cabezas unidas en un beso apasionado, en un sólo pensamiento de amor... o si es un sólo corazón de sangre ardiente, de anhelos profundos de quererse sin respuestas.
Se mueven los labios, recordando esos besos largos que hubiese podido estar horas dando y recibiendo.
Se mueven los labios imaginando que la aborda nuevamente y le da un beso casi sacado, un beso perseguido y apretado. En una banca sola, cerca de su casa. O en un solitario sillón de la solitaria casa de su madre. ¿Cuánta pasión tiene aún por entregar tras los años transcurridos? Cierra los ojos y siente un poderoso elástico en tensión en su interior, como la línea de un arco ad portas de lanzar sus flechas. Son besos, abrazos y caricias acumulados en una torre de fuego que amenaza con caerse en una avalancha de emociones de brazos enredados y manos indecisas. Es tomarla en brazos, sujetarla, devorar su boca una vez por cada segundo transcurrido desde la última vez que se vieron.

(¿Es mi idea o se ve un corazón?)

¿Qué peligro tiene la imaginación? 
¿Por qué me dijo que tuviese cuidado con su poderosa imaginación?
¿Qué cuidado? 

Imagínatelo, imagínate cada trazo y pincelada de esta pintura que hemos dibujado, de este cuadro perfecto de lo que apenas nos atrevemos a soñar, ese reencuentro prohibido de dos almas como imanes, de dos bocas combustibles y dos cuerpos que se buscan, de un sólo corazón de besos y piel. Imagínate ese reencuentro donde caiga tu mano en la mía, siguiéndome por un largo sendero de tocornales que parta en una roja cruz y termine en un sillón helado, donde nos digamos todo sin hablar, donde mi boca deletree palabras de amor para que las lean tus labios, donde cada poema que te diga me lo quites de un mordisco y donde no nos juzgue nadie nuestro amor irrefrenable, y nosotros decidamos hasta las reglas del tiempo, cuando un segundo sea tarde y el siguiente, amanecer.

domingo, noviembre 09, 2014

La Sonrisa Eterna.

Don Hugo Roggendorf no está muerto.
Don Hugo vive en nuestros ideales y en nuestro actuar cuando seguimos su ejemplo.

 Es casi irónico pensar que el mismo hombre que lucho y sobrevivió a los combates en el frente más duro que guerra humana alguna jamás pudo conocer -El Frente Ruso en la II Guerra Mundial-, que pasó por los campos de prisioneros soviéticos y yanquis; un hombre que vio al Hades a la cara, haya abandonado esta experiencia terrenal en una siesta. 
Digo casi irónico, porque en realidad no lo es. El hombre se ganó la muerte descansada y sin dolor del viejo soldado que dio todo por su Patria, por Europa y por sus Ideales, que forjó una familia y una industria, que ayudó a su Patria Adoptiva, a su ciudad adoptiva, a los más desposeídos. Don Hugo se ganó esa muerte merecida.

 Hoy lloramos, pero debemos estar felices que el Superhombre que es Don Hugo hoy se reunirá con sus viejos camaradas en el Gran Salón de los valientes, y montará Guardia junto a los luceros a la espera que todos sus Queridos Hermanos lleguemos en una jornada a formar las Filas Eternas junto a él.

 Hoy lloramos una muerte, pero debemos en su lugar honrar una vida y no dejarla apagarse, porque él sólo dejará de existir cuando lo olvidemos, olvidemos sus enseñanzas, dejemos de seguir su ejemplo y abjuremos de nuestros ideales y costumbres.

 Don Hugo nos enseñó no sólo la bravura y estoicismo del viril soldado, no sólo que nuestro Honor debe ser la Lealtad a nuestra Patria, nuestra Familia y nuestro Ideal, si no que además nos enseñó que todo eso debe hacerse con una sonrisa. Porque Don Hugo siempre era una sonrisa. Siempre nos recibió a todos, sin distinción, con su sonrisa amable y franca. Siempre preguntando, siempre queriendo conocer y aprender.

 Don Hugo se fue con el abrigo y las botas puestas, en un interludio de sus preparaciones para ir a su local a revisar la marcha de las cosas. El jamás dejó de trabajar y de preocuparse de sus colaboradores (Porque jamás los llamó empleados). Y así se fue, trabajando. Y por su orden expresa, el local no cerró ni siquiera en el día de su muerte, ni en los siguientes. No hubo "cerrado por luto". Porque el Trabajo Dignifica.

 No podemos caer en llanto. Él nos quería soldados, como en Rusia y en Tarapacá.
Y un soldado, al ver caer a su camarada, se seca la lágrima que le cae, saluda, y sigue peleando.
¡A no rendirse y a seguir siendo leales!


jueves, noviembre 06, 2014

Y no te creo.

Tienes los dedos de hielo, los labios de flor y los ojos de fuego.
Jamás podré creer en esa cómica frialdad tuya, en el hielo mentiroso de tus dedos blancos.
Me rechazas, te burlas, te niegas y te revuelves.
 Pero tus ojos me queman y llamean, me derriten las ideas y me comen los sentidos.
 Y lo sabes, y sabes que yo se que lo sabes.

Por eso la flor de tu sonrisa, por eso el candor y ese ligero brillar de tus mejillas de primavera.
 Porque tus ojos son brasas que me llaman y que quieren que te busque de nuevo, 
que te saque de tus calmas y te lleve hasta tus cielos,
 huyendo de las nubes que quieren taparte el Sol pagano que te niegas a mirar.

Espérame, a mi llegada, al retorno de mis brazos firmes a dejarte quieta y muda,
 a inquietar tus calmas y dar vuelta la batea de tu negación al aire.

(No te arrepentirás y tu sangre de mujer te lo agradecerá.)


miércoles, octubre 01, 2014

¿Y si...?

¿Mañana quién querrá verme?
¿Quién me extrañará?

¿Celebrará mi triunfo o llorará mi derrota?

¿Me ve?

martes, septiembre 09, 2014

Mujer suya.

Eres tan suya, aunque pareces tan tuya.
A veces me  pareces mía. Pero sólo cuando pienso los colores en ti, perdido en tus palabras, en tus ojos pequeños y tu sonrisa franca.
Porque eres suya y tuya. No mía y tuya. No nuestra. Ni en sueños.
Te miro cuando llegas, con tu figura que es como fuego, con tu rostro que es el imán de mis ojos y tu boca que sólo aumenta el hambre de esas horas reunidas.
 ¿Me dejarás leerte estas palabras ridículas una noche lluviosa como esta?
¿Calmarías la soledad germinal de mis desvelos gélidos?
A estas horas ya es tan tarde, que supongo que estás en los brazos tuyos, con las sonrisas suyas y esa seda de tu cabello y yo, yo mientras tanto me quedo en los recuerdos nuestros, de tu seda en mi cuello, a presión de un adiós enredado, de un abrazo tumultuoso, de tu perfume en mi mentón.

Abrázame de nuevo pero esta vez no me dejes ir. Sólo déjanos.

sábado, abril 19, 2014

Macondo tiene una pena.

Ahora si que se lo ha llevado el viento.
En un torrente de lágrimas se los ha llevado.
Porque Gabriel no está escribiendo.
Porque Gabriel nos ha dejado.

Se ha ido a ese lugar perdido y oculto, a ese mundo subterráneo que une Abya Yala desde las tierras del inuit a las del Kaweskar.

Allí esta Macondo, junto a la Ciudad de los Césares, y a El Dorado, entre Elelín y Trapalanda. Gabriel nos recalcó que tenemos una magia hermosa en las venas de nuestra sangre.

Macondo es tu pueblo, ese donde no conoces el nombre de nadie, si no sus apodos. Ese pueblo donde hay más bicicletas que automóviles, y que del techo de la escuela se descuelgan murciélagos adormilados en plena clase.

Es Macondo cada pueblo de cuyo nombre no queremos acordarnos, como en la Hispania lo es algún lugar de La Mancha.

A Gabriel lo conocí cuando era pequeño, porque mi padre había perdido en un cambio de casa su libro favorito, “El Coronel no tiene quien le escriba”. El título me llamó la atención y ya en vísperas del Día del Padre lo busqué en algunas librerías de libros usados hasta encontrar uno que se ajustase al peculio que suele administrar un rapaz de 10 años. Leí el libro sin entenderlo mucho.

Cuatro años más tarde, mi padre llega con su última adquisición: “Memorias de mis Putas Tristes”. Desocupado como estaba, y curioso como era, pensé quizás que el hecho de contener la palabra “Putas” en su título auguraría un contenido interesante. Sólo me equivoqué en  la conjetura. El libro era estupendo, envolvente y desde entonces comencé a leer a García Márquez y a enterarme de como sus libros fueron regalos de pololeo que cimentaron la relación de mis padres. Los leyeron juntos y comentaron durante tardes enteras. Sin embargo entre los libros de la biblioteca faltaba uno, que yo sabía que mi viejo atesoraba en Concepción y que llegó a mis manos cuando me correspondió leerlo para el colegio.

100 Años de Soledad marca una cuña en mi vida. Es toda la magia de los autores latinoamericanos en un sólo libro, que resume e identifica a la vida de una persona cualquiera, en cuanto a la Soledad intrínseca a cada persona e identidad, a lo curiosas que son las circunstancias, lo irreal que llega a ser la vida en los pueblos pequeños y aislados y lo poderoso que es el hado dentro de las familias. Ese libro me enseñó finalmente lo que era el realismo mágico, y como esa corriente literaria es la que más se asemeja a nuestra informe realidad.

Por eso, muchos años después, si el deber me arrastrase hasta enfrentar el pelotón de fusilamiento, recordaré aquella remota tarde en que mi padre me llevó a conocer 100 Años de soledad.

miércoles, marzo 19, 2014

Físicamente imposible.

Cierro los ojos un momento, y me parece sentir el frío pasto que acariciaba mi costado.
Pero los abro y ya no estás, sólo fuiste un color dentro de mis párpados.

Los abro y ya no siento la sombra de ese árbol misterioso que nos tapó del mundo.

¡Esto es como volverse a encontrar! ¡Pero las letras son frías!
¡Y que fría ha de sentirse tu piel contra mis labios!

Entonces respiro, para poder cerrar mis ventanas al mundo.
Para poder mirar las estrellas más viejas, las estrellas lejanas.
Las que nos cubrían y nos descubrían.
Las que nos descubrieron juntos.

Juntos, escondidos, antiguos, ocultos de las erróneas dimensiones de este mundo equivocado.
¡Por que las dimensiones son físicas! Y esto es tan espiritual...

Es tan espiritual que la física, celosa, nos ha traicionado.
Nos ha excedido en distancia.
Nos ha convertido el tiempo en escaso.

Y cual alquimista siniestra, convirtió cada momento en oro.

¿Y si la desafiamos?
Probemos cuanta tensión puede aguantar la atracción, antes que el roce la piel y el calor de los besos agote el electrizante voltaje de dos cuerpos fósiles.

viernes, marzo 07, 2014

Fosilizaciones varias.

¿Cuánto tiempo ha pasado ya?
Si pareciera que el tiempo nos ha fosilizado el corazón.
Y los labios que besaban se han convertido en fría piedra.
Y las palabras que susurrábamos, son ya un recuerdo.

¿Qué ha sucedido?
Cual parque jurásico tu voz me despertó.
Abrí los ojos y te vi. Abrí los ojos y me viste.
Para acecharnos, para desafiarnos.

¿Y de qué nos sirve? (Me preguntaste)
¿De qué le sirve al Sol seguir a la Luna en los cielos?
¡Sabe que no la va a atrapar!
¿De qué sirve dejar de soñar entonces?   (Te pregunto yo)

Sé que sonríes al leer, se me refleja en la boca.
Siento en mis labios los tuyos sonrientes.
Como si el viento en un beso conectase alegría.

No me preguntes más.
No me cuestiones, solo cierra tus ojos.
Que por unos segundos no quiero saber de respuestas.

domingo, marzo 02, 2014

No es mi rubia, es mi morena.

Quiero tomarte como me tomo una cerveza,
colocando los labios en el borde,
cerrando los ojos al besarla,
en botella quedo más conforme.

Eres amarga en boca, pero de aromas dulces.
Estás como para tomarte con merkén sureño.
Porque eres cerveza morena, de cebada tostada.

Botella pequeña, graduación malvada
me dejas beberte con placer
en un bar como en mi cama,
en la cocina como en mi almohada.
Fotografía: Mariajosé Osorio http://www.flickr.com/photos/kotekuruta/

  Si al final eres el sabor que me queda en los labios al marchar tan solo a casa, pensando en lo fría que estabas en mis manos. Pero lo tibia que te pusiste en mis labios y la manera en que me calentaste la boca bastan para querer volver a tomarte, una y otra vez.

Vi a los egipcios inventarte, a los babilonios mejorarte y a mi Alemania consagrarte.
 ¿Hagamos nosotros un resto de Historia?