"El hombre abyecto caminaba por cada parque de su ciudad. Era tan suya como sus pantalones permitiesen al bolsillo vomitar níquel.
El hombre abyecto quería tener una estrella. Entonces inventó escaleras de cristal, y tapo la vista que Helios Rey tenía sobre los verdes campos.
Sobre los verdes campos el hombre abyecto untó un paté de piedras, para que los gusanos no pudiesen seducir más aves.
El hombre abyecto se llenó en el Sur, se comió antiguas serpientes de agua para poder encender sus estrellas en el suelo, y alimentar sus jirafas de metal que vomitaban negras groserías hacia Urano, tapando al viejo Helios Rey las vistas.
Llenó el hombre abyecto el aire de un tango mecánico disonante, que dejó sin voz a los cantantes vestidos de pluma que trazaban amores entre rama y rama.
El hombre abyecto fue a la feria de las conciencias y adquirió por oferta de 5 años plazo unas cuántas, y las dejó en la vieja Santiago en esa Casa donde tanto se sufre; otras en el Puerto Principal discutiendo palabras vagas.
¿Que quién es el hombre abyecto? ¡Tu dueño!”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario