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viernes, noviembre 13, 2009

La Máquina Jurimotora y mis talones


Definitivamente, la máquina me estaba alcanzando... La travesía bien partida así no seguía ni prometía... no del todo... el jovencito de la película tropezaba en plena vía... y el vagón aceleraba tras sus talones...
Yo la sentía venir tras de mi, silvando jurisprudencialente una melodía que adquiría la lobreguez de un camposanto salitrero. Golpeaba el hierro con sus tacones de prostituta rematados en acero y con su perfume de vapor candente gritando en mi oído los legitimarios que no supe nombrarle a los tres maquinistas que absortos escucharon mi errático grito de freno... pero las manos eruditas giraron la valvula en dirección a Estación repete y yo perdí, electrocutado con un tapón de nervios olvidados, mi pasaje a cada una de las tres veces heroica ciudad de San Felipe, el Santo Filium Hippus amante de los caballos bípedos pululantes bajo el sol aconcaguino.
Definitivamente, cuando dije posesor provisorio en lugar de definitivo, no me fijé en la astilla del durmiente que habíase roto tras el paso de pequeños vehículos de carga pesad; y mis labios se unieron en un beso de pasión incrédula y rabiosa con el frío riel y humedecieron el sabor a fracaso... el de siempre... y el de la promesa de un nunca más... como siempre, dicen...
Y la máquina pasó y...bueno... eso ya es leche derramada del vaso codificado...